Hace décadas que los mayos en Argentina huelen a cosecha. Con el boom del autocultivo y los permisos para que los pacientes medicinales puedan tener sus plantas de forma regulada gracias al programa Reprocann, la presencia del "olor a porro" se fue volviendo más y más grande en Argentina. Los últimos vientitos trajeron de patios vecinos esos barandones hermosos, de plantas explotadas de cogollos a punto de cosechar. Vas por la vereda y de una ventana entreabierta sale una voluta cargada de futuro, de humo de porro recién cortado, todavía con ese regusto vegetal y ese empaste de resina que te hace pitar a máxima capacidad, como sorbiendo lo último de una cajita de chocolatada en el recreo.

En las próximas semanas y meses las canchas de fútbol, los antros para bandas, los boliches y las plazas de todo el país se llenarán de los perfumes exóticos y eróticos de las más ricas flores que dará esta temporada. La primera season de cultivo que 421 acompaña desde el comienzo: en septiembre, en el estreno del sitio, Juan sacó esta completísima guía de cultivo exterior (para gente que no sabe cuidar plantas). Pero para llegar al corolario de este proceso enfrentamos hoy el umbral definitorio: es hora de cortar, de secar, de enfrascar y de curar. Es una hora clave para todos los porros del mañana. No se puede boludear.

El punto de corte lo ponés vos (pero tomá unos tips)

Todo cultivador experimentado te va a decir lo mismo: el punto de corte lo ponés vos. Si no tenés ni puta idea, dejame arrancar: estadísticamente, tendrías que cortar en estos días de mayo, primera quincena. Hay quienes dejan madurar sus plantas hasta bien entrado mayo, incluso junio: buscan algo muy específico, pero son la minoría y hacen un trabajo muy difícil, porque quedan expuestos a lluvias con frío, a días consecutivos sin sol, a hongos.

Del otro lado, es abrumadora la cantidad de gente que corta antes de tiempo, malgastando un semestre por no bancar unas semanas más. A veces te corre una tormenta, o que el espacio disponible es poco. Excusados esos casos, todo lo que puedas bancar para llevar a tu planta a buen punto te será recompensado en experiencia y en gramos.

Punto de corte ideal entre madurez y frescura

La planta de cannabis crece desde un tronco central y en estado salvaje tiene forma de pinito. Los cultivadores a menudo hacen una serie de cortes al tronco y los brotes para multiplicar la cantidad de ramas principales y, por lo tanto, de cabezas de cogollos, el "caracú" de la planta de marihuana (la foto de acá arriba, sí). El árbol saca ramas, ramitas y hojas. En las puntas de cada rama y ramita, y en los nudos de esos brotes, aparecen los cogollos, las flores, sobre un colchón de finas hojas. Las flores se van expandiendo con el crecimiento de hojas, cálices y pistilos, y se van volviendo densas por dentro. El cogollo ideal es compacto, no cede ante dedeadas tímidas. Mientras las puntas de tus ramas se vean fácilmente aplastables, ni te gastes en pensar en cortar.

Hay muchas técnicas para identificar el punto de corte, pero existe un consenso alrededor de algunas técnicas de "inspección ocular" tan precisas que forman algo así como un canon. ¿Qué mirar? El nivel de nevado, por empezar: la proliferación de cristales, de resina, de esa lloviznita que cuando la mirás a la luz de la luna hace que tu planta parezca un árbol de Navidad nevado. Después, más de cerca, hay que mirar la hinchazón de los cálices y las hojas más pequeñas, que se entrelazan con las flores en los últimos días. Y el oscurecimiento de los pistilos, acompañado de un descenso en la aparición de nuevos. Cuando todas las partes de la planta que venías viendo día a día se ven bien regordetas y con glitter es que la flor realmente está madurando. Recién ahí pensás en cortar.

Punto de corte tardío en una belleza de Dutch Passion Seeds

Diferencias según el momento del corte

La elección está en cuánto se deja pasar luego de que la planta alcanza su punto maduro. Y de hecho se puede jugar mucho con eso, porque los árboles de talla considerable suelen tener varias oleadas de flores en crecimiento, en distintos niveles de desarrollo, por lo que se puede ir haciendo podas parciales hasta completar el ciclo.

En general, la pauta es que cortar en el primer tramo de maduración da porro con menor efectividad terapéutica, un pegue más corto, una experiencia de gusto y aroma menos balanceada que muchas veces no puede mejorarse en el curado. Los beneficios son tener flores rápido, y no mucho más. Aunque para quienes usan mucho está bueno tener un poco de fasito exprés cuyo efecto se vaya rápido y no genere mucho vaho mental. Un puchito feliz.

Por el contrario, demorar el corte hasta un estado bien avanzado de maduración de las flores da porro más tumbador, más narcótico y analgésico, que estimula más el sueño y la quietud. Con sabores y aromas más profundos, también. Esto abre paso a otra saga de experiencias más maduras y añejadas, donde el porro entra en un segmento gourmet y hasta boutique. Los riesgos van por el lado de las plagas, los hongos y el pasarse de mambo y que las reuniones condimentadas con tu cosecha se pongan taciturnas.

Un pequeño ecosistema de tricomas en un cogollo de Dutch Passion

¿Cuál es el punto exacto, exactísimo, full exactitud exacta? Te cagué porque tampoco hay, pero si te comprás una lupa de 60x (hay desde 20 lucas) podés hacer un análisis microscópico de las flores. Vas a verlas como en la foto de arriba y conocer en vivo los tricomas, esos palitos cabezones que entre otras funciones te van a dar otra capa de entendimiento sobre la madurez de tus plantas.

Los pistilos arrancan transparentes y hasta que casi todos esos cabezudos se pusieron opacos, de color lechoso, es demasiado pronto. Recién cuando en conjunto se ven blanquecinos y hay varios tirando a amarronarse, se aproxima el punto. El canon marca que una relación de 70% de lechosos y 30% de marronazos señala el punto físico-químico totalmente balanceado del porro.

Proceso para cortar tus plantas

Llegado al punto de corte, los cogollos de tus plantas tienen que estar expuestos, sea porque muchas hojas amarillearon y cayeron, o porque tuviste la conducta de ir defoliando la planta para darle mejor circulación de aire y entrada de luz. Eso también debería ayudarte en el acceso a los nudos desde los que surgen las ramas a partir del tronco principal.

Empezá con cortes en esos nudos (con serrucho, sierrita o tijera de podar), trabajando rama por rama. Hay quienes recomiendan hacerlo de noche y quienes proponen hacerlo ni bien amanece, cuando además las plantas suelen concentrar su mayor actividad de terpenos, lo que les da sabor y aroma. Me gusta más la segunda idea, pero fijate: el cultivo de cannabis es un proceso iterable donde cada año –o cada cierta cantidad de meses, si tenés indoor– vas entendiendo mejor la planta y sus procesos, y conociéndote mejor a vos como cultivador y sobre todo como usuario, tomando nota de tus propias necesidades y posibilidades.

Cortar las ramas

Cada rama principal se va segmentar dependiendo del espacio que tengas disponible para secado: un indoor vacío, una habitación libre, un placard viejo, una caja de cartón que trajiste del chino. Eso te va a dar la pauta de qué tanto lugar tenés y qué largo pueden tener las ramas, que idealmente hay que colgar verticales. Con tijera de podar o tijera de acero inoxidable, cortá la rama en tramos más chicos –los de 20/30 centímetros los colgás donde sea, pero no sabés lo lindo que es colgar un ramón de un metro o más–, lo que además te va a ayudar con el siguiente paso.

La última defoliación

Antes de pasar a hacer un trim o "peluqueo" fino, hay que sacar todas las hojas grandes que sobrevivieron hasta acá, toda hoja que no tenga tricomas, afuera. El objetivo es reducir al mínimo posible la masa vegetal, aumentando por consiguiente la densidad floral. Para este trabajo sí ya vas a necesitar una tijera de punta de acero inoxidable e idealmente guantes, porque vas a estar manipulando los cogollos y no querés ensuciarlos, engrasarlos ni humedecerlos.

El manicurado aka deep trim

Hay dos escuelas, según el trim fino se haga en seco o en húmedo; es decir, luego de un primer secado a las plantas y antes del curado, o bien al mismo momento del corte. La ventaja del corte inmediato es que controla la humedad ya desde el inicio, pero se tiene que hacer al instante o en los minutos siguientes a cortar una rama, porque luego las hojas empiezan a debilitarse y se vienen encima de los cogollos, volviendo más difícil la faena. El corte en seco es más fácil, porque las hojas sin resina se achicharraron y es rápido retirarlas incluso sin tijera, mientras que aquellas más embebidas de tricomas mantienen su forma y se terminan de adherir a las flores. Pero en el trim seco, ese primer secado se da con una relación flor/hoja menos conveniente que en el húmedo.

Como sea, el objetivo es –si te podés dar el lujo– que toda punta de hojita que asome de la forma sugerida por el cogollo se vaya. Cortar las hojas al ras de la flor es suficiente y ayuda mucho en todos los aspectos del resultado final. También hay quienes meten tijera de corte de punta megalarga y megafina para dejar un 90% de flor –es imposible la flor perfecta– pero eso implica un montón de horas de trabajo extra que la mayoría de la gente no tiene.

Todo lo que tiene que ver con el secado, el curado y el almacenamiento del fruto de todo este trabajo merece una guía en sí mismo, pero no podemos abandonar este tutorial exprés de cosecha sin repasar algunos conceptos generales.

Secado y punto de enfrasque

El ideal para secar cannabis es a temperaturas de entre 18º y 21ºC, y con una humedad relativa de entre un 50% y un 60%. A mayor calor y menor humedad, podemos tener un secado demasiado rápido que perjudique las características de nuestro cannabis, tanto en olor y sabor como en efectos. Luego del manicurado, las ramas se suelen colgar boca abajo en espacios oscuros y ventilados: puede ser una habitación con higrómetro de ambiente y ventilación ajustable, un armario al que le abras las puertas un rato todos los días, o sencillamente una caja grande de cartón con algún alambre o cordón pasado para que las ramas queden suspendidas. Con entre 7 y 10 días de secado en esas condiciones suele bastar. El indicador es un clásico, también: cuando los tallos finos crujen al doblarlos, pero los cogollos siguen estando un poquito "flexibles".

Curado y almacenamiento

La forma más típica de almacenamiento de cogollos es el frasco de vidrio, idealmente hermético. Cualquier frasco de mermelada o café puede cumplir la tarea, aunque de forma deficiente. Como sea, una vez secos, los cogollos se separan de las ramas con un corte y se colocan en frascos, completando 2/3 de la capacidad del contenedor. Ese espacio es clave para evitar el amontonamiento, el apelmazamiento y la proliferación de hongos. Además, permite poder ver la mayor parte del contenido y notar si algo anda mal (un bicho muerto que quedó entre los cogollos, una araña que se metió durante el secado, un hongo que brota en medio frasco). A esos contenedores se les hace uno o dos ventilados diarios de unos 15 minutos, lo que sirve para que se renueve el aire y se libere la humedad acumulada.

En este punto, se pueden agregar sobres tipo Bóveda, que ayudan a regular la humedad relativa dentro de los frascos, en puntos como 58 o 62%; o también existen tubos desecantes calibrables. Un mes de curado es una medida estándar, pero quienes se puedan dar el lujo de hacer 6 o hasta 8 semanas de curado accederán a perfiles de sabor, aroma y efectos plenamente desarrollados. A partir de allí, los frascos podrán quedar permanentemente cerrados hasta ser requeridos. De todos modos, es indispensable mantener la limpieza constante, con una revisión muy atenta al moho: cualquier cogollo sospechoso debe ser descartado de inmediato, porque la codicia por dos porros más puede arruinar una tanda de 50 gramos como si nada. Los frascos irán entonces a un lugar oscuro y fresco (ya a esta altura estaremos en invierno, así que cero drama), rotulados con la variedad cosechada y la fecha, hasta que sea ocasión de reventarlos.