Cada ciclo de vida de las criptomonedas tiene una "nueva" tecnología o característica que se convierte en una palabra clave o gimmick para hypear a la industria. Fue así con cada ola. ICO's, DeFi, NFTs, Web3 y Metaverso. Las memecoins parecen ser el nuevo tren del hype, de este nuevo ciclo de crecimiento cripto.

Así arrancaba la nota sobre Magaiba. Hora de explicar un poco mejor este fenómeno. Pareciera que cada ciclo alcista de Bitcoin siempre está acompañado de alguna innovación técnica dentro de cripto. La aparición de esa novedad, que siempre se vende a los neófitos como "el nuevo Bitcoin", "lo último en tecnología blockchain" o demás promesas inconducentes, suele empujar o al menos ir de la mano de los ciclos de alza de precio del BTC y de todo el mercado cripto en general. Es decir, a cada ciclo alcista le corresponde un nuevo gimmick técnico que pareciera explicar la razón del alza, o de mínima acompañarla.

Sucedió con las ICO (Initial Coin Offerings), que eran formas de financiar proyectos cripto de antemano; sucedió con DeFi (Decentralized Finance); con los NFT (Tokens no Fungibles) y hasta llegó a haber una especie de fiebre del oro por el "metaverso". Un nombre bastante revelador, casi como un verso de otra categoría, de otra dimensión. Aunque tampoco hay que ser tan injustos: pese a que todas estas innovaciones fueron infladas, produjeron burbujas y fiebres del oro, de cada una de ellas quedó algo dentro del ecosistema cripto. Innovación destructiva, le decimos para atenuar las responsabilidades éticas.

En un repaso rápido: de las ICO quedó la posibilidad de fondear tokens de antemano (pump.fun), de DeFi nos quedaron los exchange descentralizados (jup.ag) y toda otra capa de servicios, de los NFT nos quedó Milady y todo ese pedo, y del metaverso… bueno la realidad es que el metaverso ya existía antes y se llama Roblox, pero es tema para otra nota.

Toda esta introducción para sostener la (no tan) hipótesis de que las memecoins son el próximo gimmick del ciclo alcista por venir. La otra opción quizás sean las pruebas de Cero Conocimiento o Zero Knowledge Proofs.

Qué es una memecoin

Algo se viene cocinando hace rato (un año, más o menos) en el espectro de las memecoins. Estas meme-monedas existen casi desde el inicio del ecosistema cripto. La primera y fundamental fue Dogecoin, que tributaba respeto al meme del perro archiconocido. De alguna manera, Dogecoin era el reverso de Bitcoin, una especie de burla, en la cual supuestamente se desenmascaraba el carácter netamente timbero de Bitcoin y de las altcoins, etiqueta un poco caída en desuso para referirse a cualquier cripto que no sea el bitcoin.

Abandonada al poco tiempo por su creador, el chiste de DOGE duró mucho más de lo que él mismo pudo suponer y se convirtió en un staple cripto. Hasta ese momento, el principal argumento para explicar el precio y ¿valor? de Bitcoin eran sus sólidos fundamentos: cantidad total pre-establecida, anti-inflacionario, no censurable, seguro, fungible, descentralizado. Pero también desde el inicio, al ser un activo cuya función principal terminó siendo la especulación (pese a que nació como un medio de pago electrónico), la discusión de fondo siempre fue la misma: ¿Bitcoin es solo una timba o importan los fundamentos?

Fast Forward: en un momento, Elon Musk tuitea sobre Dogecoin, la moneda sube, todos felices. Las memecoins se vuelven canon. Después de semejante jugada, y ante la esperanza de otra cosa, apareció una nueva generación de monedas meme (meme monedas... ¿memonedas?) como Shiba Inu, una especie de Dogecoin pero sobre la infraestructura de Ethereum; o PEPE, cuyo objetivo fue monetizar el valor de quizá el meme más importante de las subculturas de internet, el de Pepe the Frog.

Hasta que apareció el salto cuántico: Solana. Nació como otra red cripto más, con la posibilidad de implementar contratos inteligentes en un entorno con comisiones de transacción muy baratas ante la congestión de la red de Ethereum y sus costos, que en esa época eran cada vez más prohibitivos. Solana picó en punta como la opción más barata y, dentro de todo, confiable para crear, vender e intercambiar NFTs. Pero probada su legitimidad –no era un rugpull aunque llegó a dejar de funcionar un rato, LOL– se convirtió en el ambiente ideal para crear toda una nueva generación de mememonedas. La tercera ola: WIF, MOG, Retardio, MAGA, Bome, Jeo Boden, Moo Deng o Ladyboy, por enumerar algunas.

La mayoría tiene una preexistencia en formas de memes. Es decir que ya contaban con una comunidad de usuarios que conocía la referencia de antemano. De alguna forma, todas las memecoins son un modo de ponerle precio a una comunidad.

El problema de los fundamentos

Quienes quieran escuchar una versión más o menos larga de la discusión sobre los fundamentos de Bitcoin, tienen este episodio de Círculo Vicioso. Para quienes no, acá una síntesis que expresa más o menos lo mismo.

Bitcoin tiene buenos fundamentos. Ethereum es la moneda más compliant con el sistema financiero internacional. El resto de las monedas son timba. Las memecoins son timba. Pero ahí está su fortaleza en esta época. Bitcoin lleva 15 años existiendo y es casi imposible que alguien ponga 1000 USD y eso multiplique por diez. Para que eso suceda, Bitcoin debería saltar de su precio actual, unos 72k USD, a 720k USD. Parece improbable en el corto plazo. Sin embargo, hay un cuatrillón de monedas que pegan esos saltos o muchísimos más exagerados en 24 horas. ¿Y cuánto pueden escalar en, no sé, un año? Las memecoins hoy son una tierra de oportunidades para quienes puedan soportar el marco teórico de la timba. No es tan difícil.

Lo único complicado es que alguien haga una estafa. Esto es que tenga la suficiente cantidad de tokens iniciales como para cuando la moneda cotiza en su precio más alto, llevarse toda la liquidez. Esto se conoce como rug pull y es muy común en proyectos medio falopas. Alguien logra inflar una burbuja y cuando está en el momento de mayor cotización vende todo y se lleva toda la guita. Por eso siempre hay que estar atentos a las billeteras que concentran un alto porcentaje de determinada moneda.

Pero a diferencia de la timba pura y dura, las memecoins están atravesadas por los memes. Lo cual refuerza la posibilidad de generar ciclos de retroalimentación. A medida que la gente pone plata y el precio sube, eso estimula a la comunidad a hacer más memes. La difusión de memes puede generar un efecto contagio que sume más gente. Es parte de la naturaleza memética, que no voy a explicar acá: para eso escribí un libro. También funciona a la inversa. El pánico puede destruir una moneda. Pero es lo mismo que sucede en las corridas bancarias, con la diferencia de que acá no hay reglas ni salvatajes. Do your own research.

Memes y comunidades

Si bien no voy a dar una definición de meme –aunque podría–, alcanza con decir que muchas veces funcionan como el folklore digital de cierta comunidad de internet, como las manifestaciones nativas de un grupo de usuarios. En definitiva, un meme existe siempre y cuando sea compartido, remixado y siga replicándose. Si el meme no se mueve, muere. Sin comunidad, los memes son entes inertes, piezas de museo. Pasa lo mismo con las monedas meme. Mientras haya interacción, mientras haya comunidad, hay vida. En cuanto esa comunidad migra o abandona la moneda (el proyecto, lo que sea), esa comunidad está muerta. Esa moneda está muerta.

Y es acá cuando se produce cierta "revelación". Aquello que hay en común entre Bitcoin y las monedas meme, más allá de las cuestiones técnicas, está intrínsecamente relacionado con su capacidad de existir gracias a que existe una "capa social" que las sostiene. De hecho, en cada historia acerca del origen del BTC, este detalle se suele pasar de alto, y está asociado más que nada a la incógnita de la identidad de Nakamoto. Pero ese grupo inicial de cypherpunks que se convirtieron en los primeros usuarios de Bitcoin fueron quienes le dieron vida al proyecto y circularon el meme.

Y así como sucedió al comienzo del big bang bitcoinero, los memes son excelentes excusas para que los usuarios de cada comunidad se instalen una billetera y compren un token solo para participar del meme. No es descabellado que seguir el juego del resto de la comunidad sea una gran avenida para meter más gente aún en cripto. ¿Y no es esto acaso lo que siempre buscó la comunidad entera, en su conjunto? ¿No es acaso mucho más honesto que vender cursos de trading, señales, o incluso monedas con "respaldo institucional" que no sirven para nada pero larpean que sí? En definitiva, si hay capa social, el resto se hace solo.

Pump.fun como un caso de época

Tal es la naturaleza de la página pump.fun. Un casino instantáneo en el que cualquiera, absolutamente cualquiera, puede crear su propio token tan sólo con poner un nombre, subir una imagen y pagar un porcentaje mínimo en una transacción. Luego, la plataforma se encarga de todo. 

Y lo que ahí sucede es que el token entra en una especie de incubadora hasta que logra alcanzar cierto umbral de guita. Una vez cubierto, la moneda se "lanza" y pasa a estar automáticamente listada en DexScreener, un indexador de memecoins de la red Solana. Pensemos lo difícil que era a nivel técnico lograr esto hace apenas unos años. El valor de saber crear una moneda hoy es literalmente cero. Lo cual habla de que estamos entrando en otra época del ecosistema.

El increíble triunfo de la plataforma está en la simplificación total del producto y poner al alcance de cualquier neófito la capacidad de lanzar una memecoin. Con un poco de maña, ganas de hacer unos edits y una comunidad más o menos sólida, podés lograr que algunos gordos metan varios miles de dólares para pumpear un chiste. También se multiplica por mucho la posibilidad de que todo sea un rug pull. Sucede mucho que cuando una moneda está a punto de completar el fondeo, o ni bien es fondeada, quien la creó vende todo y destruye a los demás participantes. Es un mundo cruel.

En definitiva, lo único que importa para lograr una memecoin más o menos exitosa es poder crear una comunidad y que el meme sea lo suficientemente bueno como para "andar solo". Agarrar velocidad de escape. Esto es, suficiente velocidad de contagio que le permita salir rápido del círculo de iniciados y convertirse en una plataforma de timba global. No es una tarea sencilla ni fácil de lograr pero quienes lo logran pasan a convertirse en sujetos con cierta aura de poder arcano. Éste es, en definitiva, el metajuego actual. Como diría Dorothy: "Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Kansas".