Kayfabe: la lucha libre es real y todo lo demás es falso
En 2007, en Wrestlemania 23, se disputó un combate que captaría la atención de los medios. Era el evento más importante del año de la WWE, la empresa de lucha libre Pro Wrestling más popular del mundo, y Donald Trump enfrentaría a Vince K. McMahon en "The Battle of the Billionaires", cada uno eligiendo a un luchador que lo represente (al estilo del Trial by Combat de Game of Thrones), teniendo como apuesta que el billonario perdedor debería afeitarse la cabeza en el ring como forma de humillación.
El mundo de la lucha libre rompía su techo de popularidad y aparecía en las conversaciones de personas ajenas a este tipo de entretenimiento. Ya habían participado muchos famosos en eventos de lucha, pero Trump, que aún no era presidente pero que ya era Trump, encajaba perfectamente en esta narrativa. Y nada mejor para generar empatía que enfrentarlo a Vince McMahon, la peor basura que pisó la Tierra y creador de la manera en que se consume la lucha libre en Estados Unidos desde hace 40 años.
Los límites de la realidad se estaban rompiendo y, una vez más, un ejército de gente aburrida y gris gritaba que "la lucha libre es falsa". Sin embargo, este acto sería de las primeras humanizaciones que tendría Trump en su camino a la presidencia. Y no solo fue positivo a nivel imagen, si no que algo también se llevó de este aprendizaje, algo que vemos hoy en la comunicación. La importancia de mantener el kayfabe. O, dicho de otra manera, que la perfo continúe las 24 horas.
Mantener la mentira: kayfabe, work y shoot
La lucha libre como el espectáculo que conocemos hoy nace de una estafa. Los circos europeos, principalmente franceses, que llegaron a USA a finales del siglo XIX tenían un acto en dónde "hacían pelear" por apuestas a un tipo super forzudo contra alguien del público (que ya estaba arreglado), al estilo "a ver quién puede vencer a nuestro campeón". Este tipo de acto mutó –porque cuántas veces podés cagar al mismo público– en combates entre luchadores, que con el tiempo fueron saliendo del mundo circo y formando su propio negocio.
Para la gente de esa época, lo que veían era real, los luchadores mantenían esta fantasía y de ahí nace el kayfabe esta palabra que hoy trascendió el backstage y es conocida por los fans de la lucha libre. No hay registros, pero al parecer viene de "Keep Fake". Proteger la mentira era proteger el negocio, con el tiempo los personajes y ligas se volvieron más populares y también extravagantes pero esta regla, la número 1 sin dudas, es la que mantuvo a la lucha libre viva durante esos años.
Precisamente este concepto también trasciende a los que participan del "negocio" y llega al público: uno sabe que lo que está viendo no es real, pero hay un contrato tácito para que todos mantengamos esta perfo. Para que la magia suceda, los luchadores "trabajan" entre ellos y también "trabajan" al público. Este otro concepto, el work, es saber llevar tu personaje a la vida y mantenerte en el guión. Si sos malo, vas a hacer cosas para que el público te odie, vas a "trabajar" a los espectadores para que te abucheen y vas a lastimar a tu rival. Por ejemplo, a veces una lesión es un work para que un luchador se tome vacaciones.
Y cuando las cosas se salen del guion (una pelea real, comentarios, etcétera), a eso se le llama shoot, algo que puede pasar por decisión de los luchadores o por un error. Estos conceptos juntos hacen a la narrativa de la lucha libre y lo difícil de entender los límites de la realidad en este deporte.
Es importantísimo aclarar que los golpes son reales, que las lesiones son reales y que el sentimiento que te puede generar lo que estás viendo es real. La lucha libre hoy es un deporte, que en vez de ser competitivo es de entretenimiento, y que en sus formas puede ser desde ultraviolento hasta de comedia o hasta meme, lo que lo hace una experiencia hermosa.
La lucha libre, la comunicación y la batalla cognitiva
Estos conceptos que aprendimos de la lucha libre, rápidamente lo podemos llevar a la comunicación: realidad y ficción conviven hoy constantemente para manipular la opinión pública a través de agentes que viven sus personajes. El entorno de Trump lo weaponizo y comenzó a crear la narrativa que le convenía usando muchas armas de la lucha libre.
Los discursos políticos se volvieron más violentos y personales, como las "promos" de los luchadores; los límites se movieron hasta los extremos y se volvió al concepto de "buenos" vs "malos"; sumado a que el nuevo campo de batalla es el digital, ideal para que un discurso o idea se dispare. Esta estrategia es parte de los acontecimientos que nos llevaron acá, porque rápidamente fue un manual que la derecha del mundo pudo replicar.
MJF, de los mejores villanos de la lucha actual haciendo una "promo"
Cuando el gobierno de Milei encara la "Batalla Cultural" a través de sus comunicadores, nos está workeando, triggereándonos para que los abucheamos y llevarse la marca para desviar la mirada de otros temas. Y del otro lado, los ciudadanos que somos también espectadores de este show nos comemos ese work. ¿Cuántas veces en los últimos años nos preguntamos si era real lo que estaban diciendo? Ser crueles, mentirosos y estúpidos es su mejor arma, y con players a la altura de Manuel Adorni o Agustín Laje, logran llevar ese plan de manera ideal. La perfo tiene que ser constante, porque es lo que mantiene al negocio.
Puede que siempre haya sido así, pero antes era más fácil de ocultar. Y así como kayfabe, una palabra pensada para hablar en código entre luchadores y que no tenía que salir del backstage, hoy "ensobrado", "operador" y "servicio" se suman a nuestro día a día en vez de quedarse en el vestuario de los medios y de la política.
Por fuera del ámbito político, nosotros creamos una narrativa de nuestra vida con nuestra versión de internet, mostrando lo que queremos para ser interesantes frente a otros, porque al final el uso que le terminamos dando a las redes como usuarios es más para llamar la atención que para socializar. Con trabajo o suerte, nuestra persona virtual puede volverse un influencer, que es hoy un status premium y una posición estratégica para traficar ideas. Pero que requiere mantener la fantasía de los seguidores sobre nuestras vidas, que consumen como entretenimiento.
Al final, lo único de lo que puedo estar seguro que es real es cuando dos luchadores se suben a un ring a enfrentarse, porque es difícil reconocer la verdad en un tiempo donde hay tantos agentes manteniendo mentiras.