En muchos aspectos –en todos los que importan–, El mató a un policía motorizado es indiscutible, como son indiscutibles la tormenta o el ferrocarril. Indiscutibles como Modo Diablo o como Miranda!, cada uno en su palo los tres grupos más trascendentes entre los que empezaron a sacar discos en este siglo.
En el caso de El Mató, sus 21 años marcan distintos trayectos, de la trilogía de EPs a los discos sueltos, de las fechas donde todo el público eran otras bandas y se vendían 7 tickets a las giras y los shows agotados en estadios y festivales históricos del mundo. Del lo-fi rugoso a un sonido quirúrgico que no abandona ni el rock ni la bonhomía.
En ese tranco, su guitarrero primer disco, de mediados de 2004, dejó clásicos para todo el recorrido de la banda, como "Tormenta roja" o "Sábado", temas que fueron recuperados no solo en vivo sino en distintos formatos, incluyendo El nuevo magnetismo, el compilado que publicaron en ese consagratorio 2013 en el que también sacaron La dinastía Skorpio.
Aquel debut tenía mucho para crecer, y no porque las canciones no estuvieran ahí, la sensibilidad, el rock; sino porque quedaba margen para retocar arreglos, sonido, dinámica, onda, intención. Y, al mismo tiempo, El Mató tenía pendiente sumar a su delivery dos formatos canónicos de los últimos años: la live session como formato por defecto de la pandemia y pospandemia y la lenta recuperación de los discos en vivo, que durante 2024 explotó.
Esta grabación en directo, que se puede escuchar en Spotify o mirar en YouTube, hace las veces de rescate emocional y le da a El Mató un nuevo espacio para probar cosas, solidificar su peso como banda de dos décadas y celebrar la pureza de sus orígenes. Una nueva celebración de amistad, como los míticos asados de reencuentro pero sin la parte de no ver a tus amigos en el medio.
► La Plata, Buenos Aires
► 35 minutos
► Original de junio de 2004, nueva versión marzo de 2025