Disclaimer | Publiqué originalmente este artículo el 11 de mayo de 2021 en Substack. Más de cuatro años después, lo vuelvo a compartir con algunos cambios y un nuevo agregado al final. Disfruten.

"Discussions of money drive social apes mad."

Nick Land

En los últimos meses –otra vez–, palabras como bitcoin, ethereum, dogecoin, NFT o DeFi se volvieron moneda corriente. Con Bitcoin en nuevos máximos históricos, quienes antes no se animaban a acercarse al fenómeno de las criptomonedas, hoy se lanzan sobre lo primero que encuentran para "no quedarse afuera".

Cuando este artículo salió por primera vez, habíamos tenido un año en el que la cotización de Bitcoin rompió su techo histórico de 20.000 USD y había pasado a cotizar "estable" en la franja de los 50.000 a 60.000 USD. Impulsadas por esa suba astronómica y su "efecto derrame", las criptomonedas o activos digitales llegaron al mainstream y se instalaron como parte de la discusión pública.

En 2025, sus apologistas siguen destacando las cualidades: Bitcoin tiene emisión limitada, no está bajo el dominio de ninguna empresa, Estado u organización, y es resistente a la censura. Sus detractores siguen enarbolando, también, la misma serie de contraargumentos: es una burbuja, no es sustentable y resta poder al Estado sobre la economía de cada país.

Parado desde el primer grupo, creo que el principal beneficio del auge, boom, ¿burbuja? de las criptomonedas es que nos permite discutir acerca de la naturaleza del dinero. Si bien es innegable el carácter único que ocupa el dinero en nuestra sociedad, es relativamente poco lo que sabemos acerca de él, al menos si lo comparamos con otros artefactos a los que les dedicamos nuestro tiempo y curiosidad. Y está bien, no se puede saber todo. Aunque si pensamos por un segundo la cantidad absurda de tiempo que destinamos a conseguir dinero, es un poco raro que no sepamos cómo funciona. ¿Casualidad? No lo creo.

El desconocimiento, a su vez, se convirtió en objeto de una variable de la autoayuda: la tan publicitada "educación financiera". Este contenido hace demasiado hincapié en la ignorancia de las personas y cómo, en definitiva, la pobreza es responsabilidad suya. Así era en 2021 y así sigue siendo en 2025. Esto es parte de la ideología del neoliberalismo global, que transfirió, simbólica y materialmente, la responsabilidad del ascenso social a los individuos, a la vez que recortó los mecanismos para lograrlo.

Es curioso, entonces, que detrás de un mensaje supuestamente "emancipador" se escondan estas pequeñas sutilezas ideológicas para nada inocentes. De hecho, la mayoría de la población transcurre su vida ajena al funcionamiento del sistema financiero, la economía y el dinero. Y esa ignorancia aumenta de forma considerable las asimetrías entre los trabajadores, que dependen de su salario para vivir, y las empresas, individuos y organizaciones dueñas de grandes capitales.

El objetivo de este texto es mostrar que es posible conocer el funcionamiento del sistema financiero, usarlo a nuestro favor para reducir la cantidad de horas necesarias destinadas a ganar dinero, sin caer en las trampas psicopolíticas del neoliberalismo. La libertad sobre el uso del propio tiempo, es la única libertad plena.

Dinero fiat

Pocas veces tenemos la oportunidad de discutir acerca de dinero. Por eso, el mundo de las criptomonedas implica una novedad. Cuando hablo de Bitcoin con alguien, la primera pregunta a la que me enfrento es "¿Qué respaldo tiene?". Una consulta súper interesante porque hace evidente la creencia de que el dinero tiene algún tipo de respaldo.

Entonces, ahí nomás se produce la epifanía. El dinero de circulación normal, conocido como dinero fiat o fiduciario (pesos, dólares, euro, yen, yuan) vale algo porque el Gobierno los acepta como legales. Desde que, en 1971, el 37º presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, abandonó el patrón oro (el viejo sistema monetario en el cual los dólares eran el reflejo de una porción de oro atesorado en la Reserva Federal), el dinero dejó de tener algún valor intrínseco, es decir, inherente a sus características.

En este sentido, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, tuvo una intervención bastante reveladora, que puso en evidencia la operación ideológica que se nos muestra siempre de manera opaca, mientras participaba de un programa de televisión:

Ya sabes, a diferencia de los pedazos de papel con caras de presidentes muertos, que están anclados en el hecho de que podés usarlos para pagar impuestos, Bitcoin no tiene un ancla.

Esta cita dice mucho más del dinero fiat que de Bitcoin. Lo que Krugman dice, y que de alguna manera el público en general desconoce, es que el dinero moderno (post Nixon) obtiene su valor a raíz de que el Gobierno lo reconoce como el único medio posible para el pago de impuestos. El dinero es, en definitiva, una convención social cuyo valor se deriva de la confianza que las diferentes personas tienen sobre quien imprime ese dinero; en nuestro caso y el de los pesos, el Estado argentino.

Por lo tanto, si una organización puede generar la suficiente confianza y convencer a cierta cantidad de gente de que algo tiene valor, esa cosa adquiere valor. Claro que eso es mucho más fácil si esa organización se llama Estados Unidos y tiene, para respaldar su posición, el ejército más grande y mejor preparado del planeta. En caso de que la organización falle en su objetivo, será entonces reputada como una burbuja. El dinero como relación social, por lo tanto, está atravesado también por –yo te invoco fantasma de foucault– relaciones de poder. Oh yes, we live in a society.

Bitcoin opera de una forma similar, sólo que la "confianza" ya no se deposita en una entidad central, como puede ser el Estado o un banco, sino que se transfiere a un protocolo de prueba criptográfica descentralizado. Aclarar este enunciado nos llevaría otro artículo, por ahora pueden leer esto si el tema les interesa.

Pese al argumento de la "confianza", muchas personas sostienen que el valor del bitcoin no reside sólo en un consenso arbitrario sino que ese consenso se deriva de las características propias del activo: escasez, utilidad (capacidad de transferir valor en todo el mundo sin intermediarios ni requerimientos previos) y correctos incentivos. Para quienes creen esto, Bitcoin es incluso superior al dinero fiat.

Sin dios, ni Estado, ni patrón

La existencia de Bitcoin hace explícito el carácter político del dinero y rompe con la ilusión de neutralidad. En Argentina, pese a que vivimos hace al menos diez años –bueno, quince– en una economía en crisis permanente, hablar de dinero (guita, plata, mosca, biyuya) es tabú. Y esta prohibición verbal, que pesa sobre la economía personal, beneficia directamente a quienes manejan el sistema financiero dado que produce una asimetría –de conocimiento y por lo tanto de poder– entre ellos y los ciudadanos comunes.

El terreno de las finanzas queda restringido a un grupo de privilegiados que funcionan como intermediarios entre el dinero y el resto de la población. Quienes no conozcan, ni sepan ni entiendan cómo funciona el crédito, por ejemplo, pueden ser más propensos a endeudarse. Tal como sucede con el uso de las tarjetas de crédito –por no hablar de los préstamos personales y las financieras flojas de papeles– que, si bien son a simple vista una facilidad para la gran mayoría, terminan por ser la puerta de entrada a las deudas y un negocio enorme para los bancos. Y para el sistema: la deuda constante es un disuasor más que eficiente para salir a trabajar todos los días.

Si "manejar dinero" se reputa como una operación de alto riesgo, aparece la necesidad de intermediarios en cualquier operación: comprar acciones en la Bolsa, armar un plazo fijo, pedir un préstamo, armar un portafolio de inversiones. Estos mediadores son, de alguna manera, como los sacerdotes que cobran peaje entre dios y los hombres y funcionan como intérpretes de los mensajes divinos. En este caso, dios es el dinero y el banco, un templo.

Si el templo fuera el banco central en la tesorería habría IOU's.

En el viejo rito del Antiguo Testamento, sólo el sumo sacerdote puede entrar a la parte santísima, el sancta sanctorum, que es el lugar donde dios se manifiesta. Es curiosa la similitud entre el lugar santo y la bóveda del banco, a la cual solo acceden los elegidos. En definitiva, todo el dispositivo religioso, como el bancario, sirven para ocultar lo evidente: quien detenta el poder no es dios sino el sacerdote.

El secreto mejor guardado por el mundo financiero es que el dinero produce más dinero. Mientras que la gran mayoría de las personas cambia su fuerza de trabajo para obtenerlo, al mundo financiero le alcanza con usar el capital disponible para multiplicar su capital. Un trabajador necesita doce meses de ahorro para irse de vacaciones, mientras que un broker de bolsa puede obtener la misma suma de dinero en un par de operaciones financieras. Claro que, para poder contar con un pequeño capital especulativo, es necesario haberlo conseguido de forma previa. Por eso para la gente "rica" es mucho más fácil vivir o trabajar menos que alguien de clase media o clase baja: ya cuenta con una base que le permite realizar estas operaciones.

Las criptomonedas son un vehículo para lograr achicar esa diferencia entre un ciudadano de a pie y un especulador profesional. Tomemos el caso ya no de Bitcoin, sino de Ethereum. Esta criptomoneda cotizaba cercana a los 100 USD en 2019. Al momento de la publicación de esta nota, dos años más tarde, cotizaba a 4000 USD. Si bien su valor ahora está más bajo, en ese período multiplicó su valor 40 veces en apenas dos años. Si a eso sumamos la devaluación del peso, el resultado era que a principios de 2019 un ETH equivalía a 4000 pesos argentinos y dos años más tarde equivalía a casi 600.000 pesos argentinos. Y adquirir esta criptomoneda –o cualquier otra– demanda un procedimiento tan sencillo como bajar una app, registrarse y cargar fondos. Listo.

Las criptomonedas ponen en manos de ciudadanos comunes y corrientes las mismas herramientas de multiplicación monetaria del sistema financiero clásico. En ese sentido, se replica un poco lo que pasó durante la Reforma Protestante: el sacerdocio como institución pierde su lugar prominente, dado que la relación con dios se garantiza en forma directa, sin intermediarios.

Como sea, durante siglos, la economía, el funcionamiento del dinero y del sistema bancario quedaron enclaustrados dentro de un grupo de expertos. La aparición de las criptomonedas vino a desafiar ese monopolio. De alguna forma, Bitcoin representa una especie de "Prometeo moderno" donde se le roba el "fuego" a los dioses, siendo el fuego el dinero y los dioses los banqueros. Si hasta hace 15 años todas nuestras operaciones comerciales descansaban, en definitiva, en la existencia de bancos centrales, bancos privados y otras entidades financieras, a partir de Bitcoin existe una alternativa, manejada por personas comunes, para evitar esa intermediación en la obtención y el uso del dinero.

No es descabellado entender el furor de los "early adopters" (los primeros usuarios de la tecnología) que vieron el potencial en Bitcoin para dar vuelta por completo el sistema financiero mundial. Esa tesis se conoce como "maximalismo" y sólo representa a una pequeña porción de los usuarios de Bitcoin. Pero lo que realmente quedó de esa euforia inicial es el hecho de que la gente común tomó para sí los medios de producción monetarios.

De hecho, toda esta economía nueva depende de sistemas donde no existen los patrones. Las tareas de la red están distribuidas según funciones necesarias y a partir de incentivos económicos. El principal objetivo de cualquier comunidad que sostiene una criptomoneda es garantizar el consenso: mantener a la mayoría de los usuarios alineados en la misma cadena de bloques, es decir, en el mismo historial de transacciones. Todo esto, que es el sostén del valor de cualquier criptomoneda, se hace sin ningún tipo de autoridad, conducción o jefes.

Cripto es una comunidad organizada de forma autónoma, sin jerarquías ni burocracias. Esto, más allá del origen anarcocapitalista de Bitcoin, es un hecho muchas veces pasado por alto por las tradiciones de izquierda o progresistas cuando en realidad es una confirmación de varios de sus postulados. Las criptomonedas son una forma, todavía bastante rudimentaria, donde es posible la organización humana exitosa sin jerarquías. Lo cual no es poco.

Teoría del carnaval permanente

De aquel 2021 podemos seguir destacando dos casos paradigmáticos: Dogecoin y Wall Street Bets. Dogecoin es una criptomoneda que nació con el simple objetivo de rendir homenaje a un meme. Pero el meme se contagió y creció. Llegó a valer más de 50 centavos de dólar, y hoy cotiza a casi 25 cents. Cuando salió, al ser una moneda a la que nadie realmente tomaba en serio, un montón de gente la compró por simple gusto, o chiste, aunque fuera para joder. Un par de tuits de Elon Musk más tarde, al poco tiempo era una de las criptomonedas con mayor cotización de mercado del planeta, lugar que mantiene en 2025. Lo cual es un signo de la rotura total de los valores previos asociados al dinero: seriedad, solemnidad y aura sagrada. Dogecoin, a diferencia de Bitcoin, no cuenta con una emisión limitada por lo que es mucho más parecido al dinero fiduciario. Hoy el dinero es, literalmente, una joda

Podemos también ver el caso de Wall Street Bets, donde ocurre algo similar. Con la aparición del usuario DeepFuckingValue y el nivel de viralización memética que tuvo su compra de acciones de Gamestop apostando en contra de los fondos de inversión que las "shorteaban", se logró no sólo hacer dinero sino motorizar a toda una serie de gente para apostar en contra de Wall Street. Esto provocó pérdidas multimillonarias –y supongo que puestos de trabajo– a financistas expertos del temido centro financiero neurálgico del país más poderoso del planeta. Todo el poder a los foros.

U.S. Congress Wants To Ask DeepFuckingValue Some Deep Fucking Questions  About GameStop
Keith Gill, también conocido como DeepFuckingValue

Así, las nociones clásicas asociadas al mundo financiero quedan invertidas. El mundo se da vuelta, y "lo sagrado", es decir el dinero, el capital, se vuelve un chiste. Esta subversión molesta, genera incomodidad, porque de alguna forma socava la noción de autoridad que construyó el mundo financiero. ¿Querés hacer guita revoleando panqueques? Podés. ¿Querés hacer guita boludeando con un meme? Podés. Ése es el estado actual de la economía mundial. Y en estos cuatro años no ha cambiado, sólo se ha profundizado.

En conclusión, las criptomonedas no son algo que la izquierda tradicional llamaría "revolucionarias", pues no intentan abolir (ni siquiera desde lo discursivo) la propiedad privada, el capital y las clases sociales. Más bien invierten las nociones asociadas a estas categorías y ponen el mundo de cabeza. Llevan las herramientas de las finanzas a las manos de los ciudadanos comunes, quitan de las reservas federals, los bancos centrales y el FMI la potestad de imprimir moneda. Y un par de virgos reemplazan a los yuppies de Wall Street.

No es un cambio que busque eliminar al capitalismo sino horizontalizarlo al extremo, eliminando los privilegios que pertenecen a la oligarquía que gobierna. No cambiar las reglas, ganar con las reglas del adversario.

El crimen imperdonable de las criptomonedas no es demostrar que dios no existe, sino mostrar que el lugar santo está vacío.

Bienvenidos al presente (update del 22/5/2025)

Pasaron cuatro años de la publicación de este artículo. Si bien leyéndolo en retrospectiva veo algunas ingenuidades (por ejemplo, sostener que no existe ningún tipo de jerarquía dentro de Bitcoin), en líneas generales sigo compartiendo el planteo. Bitcoin es distinto a todo, su naturaleza horizontal y algorítmica abrió una nueva época en la historia del dinero y el resultado de la implementación exitosa de su programa tecnológico político es disruptivo en el sistema financiero tradicional.

Más allá de que se haya vuelto algo muy común, no deja de sorprenderme que en estos momentos el precio actual de Bitcoin esté rozando los 111.ooo USD, duplicando el precio máximo en el cual se escribió este artículo y alcanzado un nuevo ATH (all time high). Bitcoin es, por ahora, la rutina de lo extraordinario.

Lo que implica que si alguien que leyó el artículo en 2021 y puso 100 USD, hoy tiene 200 USD. Es decir, una ganancia del 100% en dólares en cuatro años. Descontando todas las tormentas en el medio, y contra lo que paga un plazo fijo anual en dólares (entre 4% y 8%, acorde a qué año contemos), un completo idiota pudo ganarle la carrera a cualquier broker profesional. Podemos hacer el mismo ejercicio con los diferentes artículos que fui publicando a lo largo del tiempo.

Pero todo esto, incluso, es secundario. La relevancia que va tomando cripto a lo largo del tiempo tiene que ver con los diferente niveles a los que opera toda la comunidad, su tecnología y sus implicancias. En este sentido, es fácil pensarlo en bloques. Por ejemplo, Bitcoin funciona estrictamente como reserva de valor. Oro digital, todo ese pedo. O como dice Francisco Strambini de Class Lambda: un seguro contra la mala política monetaria y las dirigencias occidentales vetustas.

Ethereum, por otro lado, sigue en su evolución a convertirse en la nueva red swift internacional. Una capa interoperable para el sistema financiero internacional, programable, descentralizada, pero también compliant con el orden jurídico norteamericano. En el mejor de los casos –en el caso bullish, digamos–, será la nueva infraestructura bancaria internacional, con cierto nivel de independencia de las instituciones financieras clásicas, pero a la vez con la garantía necesaria de que cualquier circuito de dinero en esa red va a estar ajustada a derecho y a la supervisión de las fuerzas del orden. Lo único que tiene que hacer Ethereum para triunfar acá es lograr tener el costo constante y más bajo de transacción. Algo que solucionan, parcialmente, Tron, Solana y toda la saga de las "Ethereum Killers".

Y abajo de todo eso tenemos a las redes playground, de las cuales Solana es la principal. El lugar de las memecoins, los NFT y todas las falopeadas innovadoras que hacen "divertido" al ecosistema. Y hoy es Solana y mañana puede ser garcha-coin. No importa. Es el rol funcional.

Sin mucho más, cierro esta actualización con una pequeña lista de artículos que ya están linkeados en esta nota, pero ordenados temporalmente.

Agosto 2017 - Bitcoin

Agosto 2017 - Altcoins (Monero)

Diciembre 2018 - NFT

Noviembre 2020 - Bitcoin

Noviembre 2020 - Criptocomunismo

Enero 2022 - Ethereum

Junio 2023 - Naturaleza Política de Bitcoin