Un día, después de ver la película del Mago de Oz (1939), un pendejito japonés de la prefectura de Kumamoto hincó sus rodillas en el suelo, miró al cielo y, como un daimio (señor feudal del periodo Edo) que declara la guerra, exclamó con todas sus fuerzas: "¡Qué final horrendo, tanto trajín por buscar un tesoro que no existe! ¡Voy a vivir para dibujar y contar mi propia historia de aventuras con el mejor final de todos!". Y así nació One Piece.
Unos años después, otro pendejito japonés, pero de la prefectura de Nihako, observó la parsimonia y quietud del pueblo donde vivía, también miró al cielo y en un suspiro deseó: "¡Voy a ser dibujante de mangas porque realmente no tengo ganas de trabajar la tierra ni en una oficina!". Y así nació Chainsaw Man.
Las anteriores son reconstrucciones ficticias, producidas por mi cabecita a partir de la lectura de entrevistas a mis mangakas favoritos sobre la inspiración de sus trabajos más famosos: Eiichirō Oda (One Piece) y Tatsuki Fujimoto (Chainsaw Man, Goodbye Eri, Look Back, Fire Punch y más). Lo que hacen estos tipos me apasiona, así que voy a introducirlos a su obra de la manera más breve posible.

One Piece es un manga que se edita semanalmente desde 1997 en la revista Weekly Shōnen Jump y trata principalmente de la historia de Monkey D. Luffy, un joven e intrépido pirata que se hace a la mar en búsqueda de un tesoro misterioso. Este personaje es la excusa perfecta para contar un universo que posee uno de los worldbuilding más grandes y macizos de la ficción. El manga tiene además una adaptación al anime realizada por el estudio Toei y un live action llevado a cabo por Netflix. ¡This shit do numbers as fuck! Y si bien su recepción pasó por varias fases a lo largo del tiempo, actualmente es el cómic japonés más vendido de la historia.

La obra más famosa de Tatsuki Fujimoto es Chainsaw Man, manga que también se edita en la Weekly Shōnen Jump, en su caso desde 2018. Tiene una adaptación al anime de sus primeros tomos, que fue emitida a finales de 2022 y alcanzó un arrasador éxito a nivel mundial. La historia de Chainsaw Man transcurre en el 1997 de una línea de tiempo alternativa. El protagonista es Denji, un joven huérfano atrapado en la pobreza extrema que debe convertirse en cazademonios para cambiar su vida. Es una historia extravagante, de una vulnerabilidad única y a veces un poco incómoda. Y también tiene récords de lectura y recepción: su capítulo 167 es el más leído en la historia de MangaPlus y fue el manga más vendido en Estados Unidos durante 2024.
Oda y Fujimoto, ¿"dibujan como el orto"?
Surfeando por internet se puede advertir que, a pesar de poseer dos estilos narrativos y estéticos muy diferentes para plantear sus personajes principales e historias, a ambos autores los une la misma crítica por parte de sus detractores. Cosas que van desde los "No me gusta su estilo, es muy simple, le falta line art, es demasiado caricaturesco" hasta los "realmente estos japoneses dibujan como el orto en comparación a otros".


La tercera ley del movimiento de Sir Isaac Newton dice que "por cada acción, existe una reacción igual y opuesta". Por eso las grandes pasiones también generan grandes detractores. No me interesa demasiado el punto de vista de la hater base, lo que sí me interesa es indagar en el origen de esa fuerza inicial descomunal. ¿Por qué estos personajes, aun siendo tan caricaturescos, infantiloides, simples, lo que sea, tienen MILLONES de fans alrededor del mundo? ¿Por qué, si son tan simples, nos resultan tan familiares? Cuando llegó a mi vida este bello PDF de Scott McCloud pude tener una respuesta que, si bien despertó en mí una suerte de terror cósmico, llegó a satisfacerme por ahora.

Entender el ícono, entender el cómic
Hay un buen puñado de definiciones de ícono. La más famosa la da Charles Sanders Peirce, pero no voy a indagar en eso. Para fines historietísticos, en Understanding Comics: The Invisible Art (1993), Scott McCloud nos da la siguiente: un ícono es una imagen usada para representar a una persona, cosa, lugar o idea. El dibujo/ilustración es un tipo de ícono. La relación de semejanza con la persona, cosa, lugar o idea que ese dibujo intenta retratar puede ser medida. Entonces, podemos afirmar que hay dibujos que son más icónicos que otros. En esto estamos medianamente de acuerdo, ¿no?
Por esta maldita/bendita condición de reconocer patrones, símbolos e íconos, el ser humano puede encontrar su rostro en todos lados. Nuestro cerebro interpreta patrones aleatorios como algo significativo:


Esta capacidad me da un poco de miedo, porque infiero de manera rápida que se trata de una adaptación biológica que venimos construyendo desde hace milenios. Es probable que nuestros antepasados tuvieran que aprender a identificar rostros humanos de manera rápida. La capacidad de reconocer patrones nos separó del mundo de las bestias, porque así el ser humano accede a una interpretación diferente a la naturaleza. Es uno de nuestros atributos más primigenios y su secreto se encuentra blindado en las profundidades de nuestra cognición, una puerta a la que por suerte no podemos acceder pero que se mantiene siempre como nuestro escudo protector.

McCloud también se animó a procesar una definición específica de cómic, ya que este género fue el elefante en la habitación del arte y la literatura durante muchos siglos. Para él *ruido de tambores*, un cómic es una secuencia de ilustraciones yuxtapuestas con el propósito de transmitir información y producir una respuesta estética en el espectador. Se puede resumir diciendo que el cómic es arte secuencial.
Gracias a su capacidad de encontrarse en todos lados, el ser humano también encuentra su rostro en las caricaturas. Los lectores pueden usar esos personajes caricaturescos y simples como una "máscara" para adentrarse en los mundos de las narrativas gráficas. Leer un cómic o manga es un contrato entre autor y lector que supone una entrega total de ambos en un ejercicio constante de interpretación de iconografía interconectada. Viñeta a viñeta, por una especie de magia interpretativa, nosotros le prestamos vida y emociones a un cómic porque tenemos que realizar un ejercicio de entrega sensorial a esa historia. Y gracias a ese proceso de enmascaramiento es que un personaje simple puede ser mejor escudo que otro, porque albergará a más personas en sus expresiones.

McCloud –agradezco a Sebastián Gago por haberme acercado a su obra– elaboró este triángulo para ubicar todos y cada uno de los personajes de cómics en tres variables: realidad, lenguaje y plano del arte. Si bien hay personajes por toda la superficie de este triángulo, Luffy y Denji claramente se encuentran en un cuadrante muy similar (marcado con rojo). Y son los favoritos de millones.
El caso de One Punch Man
Por otro lado, a Todd McFarlane, creador del diseño de Venom y de Spawn hace dos años, le preguntaron qué es más importante al crear un cómic, si un buen dibujante o un buen escritor. Y respondió que "podría vender un cómic dibujado por Miguel Ángel y escrito por un perro", pero que "no podría vender un cómic escrito por Shakespeare y dibujado por su madre". Todd, tengo que decirte algo: en 2010 se publicó One Punch Man, creado por el mangaka ONE, un webtoon de una calidad pésima, ¡pero con una gran historia! Tanto es así que los editores le pidieron a Yusuke Murata que lo re-ilustre desde cero para que cumpla los estándares de publicación estéticos básicos, pero conservando la autoría de ONE. Se convirtió en un manga muy vendido y luego vio la luz el anime, un éxito total.

Aún así, unos años después, ONE dijo algo así como "¡Che, ya aprendí a dibujar, ahora dejen que conserve mis dibujos en las publicaciones!" y, demostrando que One Punch Man no fue un golpe de suerte, en 2014 sacó MobPsycho100, un manga que conserva sus horrendos dibujos y que es una joya.
Takehiko Inoue, el contraejemplo
Uno de los grandes referentes del manga, si de ilustración hablamos, es Takehiko Inoue, autor de la renombradísima Vagabond, actualmente en hiatus. Cuando la leí, ese contrato de lectura estuvo algo mediado por el interés del autor en demostrar su habilidad como dibujante, entonces el pasaje por sus páginas se sintió como transitar una muy bien curada galería de arte –aunque, ojo, también puedo tener cerebro de mono–. Su ilustración es tan bella que representa un desafío para cualquier estudio de animación: nadie se animó aún a realizar la proeza de convertirlo al anime, por miedo a no poder alcanzar tal nivel de detalle y perfección. Y acá un disclaimer: que un manga exitoso exista no significa que vaya a ser llevado a la pantalla, de la misma manera que no todo anime fue antes un manga.
Por suerte, Inoue también es el autor de Slam Dunk, que llegó a las pantallas y se consagró como uno de los spokones más famosos. Ahora bien, ¿por qué traigo a Inoue a colación? Porque en los abismos de internet siempre lo suelen comparar con Eiichiro Oda debido a la marcada diferencia que tienen sus dibujos. En 2010, estos autores pudieron encontrarse en la muestra La Última Exposición de Manga y dieron una entrevista en conjunto que no es muy citada –hasta me costó encontrar una traducción–, así que puedo traer este pedacito gracias a Ramen para dos:
Inoue: –Lo que es increíble acerca del personaje de Luffy en One Piece es que sus ojos son puntos. Eso realmente es especial. Vos dijiste que "algo que es realmente bueno lo sigue siendo sin añadirle nada más", y creo que esa frase es muy representativa de tu personalidad. Tenés una fe inquebrantable en tu trabajo, y eso se refleja en la manera en la que dibujás esos ojos negros. Apuesto a que el editor y todos los que trabajaban con vos te dijeron que pusieses algo de brillo en las pupilas, o que las rodeases con un círculo, pero no cediste ni un ápice.
Oda: –Sí, al principio me decían muchas cosas como ésas.
Inoue: –Y no les hiciste caso, seguiste con los dos puntos negros y éste es el resultado. Es brillante.

Low Drawing, High Life
Tatsuki Fujimoto es uno de los mangakas de mayor capacidad creativa de la nueva época, pero confesó en reiteradas ocasiones que lo que más le gusta de crear mangas es escribir las historias de sus personajes, y no tanto dibujar. A veces se olvida de realizar los fondos y otros detalles en sus viñetas, pero aun así su Denji se ganó los corazones del mundo de inmediato, teniendo también alto poder memético. Gran triunfo por parte de los gordos contenido sobre los gordos forma. Además, debido a esa negación con la ilustración y al gran flujo de trabajo que le demandan, Fujimoto tiene muchos asistentes que son al mismo tiempo alumnos. A pesar de su corta edad, es un forjador de talentos: bajo su ala estuvieron nada más y nada menos que Tatsuya Endo (autor de Spy x Family), Yukinobu Tatsu (autor de Dandadan) y Yuji Kaku (autor de Jigokuraku). Yo solamente escucho Beeeeeeeeeeee beeeeeeeeeeee 🐐.

Oda y Fujimoto no son Takehiko Inoue, no son Kentaro Miura (que descanse en paz), no son Boichi (gordo pajero), no son Yusuke Murata, no son Yukinobu Tatsu, tampoco son Katsuhiro Ôtomo, por favor, no son ninguno de esos. Y ninguno de nosotros es Miyamoto Musashi, el personaje principal de Vagabond. Hay una relación un poquito más lejana. ¿Quizá todos somos un poco más Luffy? ¿Quizá todos nos sentimos más como Denji? ¿Por qué?
Crear un personaje a base de trazos simples es un gran y enorme salto al vacío. Esta decisión estética conlleva riesgos: que tu personaje se convierta en un garabato cursi, naif y tarado de sí mismo, que todo el mundo lo olvide, que no se distinga entre la multitud, que no puedas vincularlo y/o referenciarlo con nada. Ahí entra en juego la capacidad de la pluma de cada autor para darle con la historia el peso, la dimensión y la narrativa que no le está otorgando con el dibujo. Si te sale bien el movimiento, en esa simple caricatura podés albergar a todo el mundo. Debido a su transparencia, simpleza y honestidad, se vuelve un arma gráfica mucho más poderosa que el realismo más detallado de todos. La decisión de construir un personaje simple es entonces una decisión tomada desde las posibilidades y no tanto desde las carencias.


Dónde encontrar a Tatsuki Fujimoto
• Acá está Look Back, muy legamente subida a YouTube hace unos meses, una película sobre la que todavía sigo reflexionando.
• Pueden leer Chainsaw Man en internet y/o comprar sus tomos.
• Además, el 30 de octubre va a salir en Argentina la película Chainsaw Man – The Movie: Reze Arc, que continúa la serie animada (en Japón sale a mediados de septiembre).
Dónde encontrar a Eiichirō Oda
• Estas maravillosas personas traducen a pulmón semanalmente todos los capítulos de One Piece que mandan desde Japón, y la traducción es de las mejores que hay en internet.
• También pueden leer sus tomos en varias páginas web o bien comprarlos: One Piece está en todos lados, tampoco hay que buscarlo demasiado.
Toda la humanidad cabe en dos puntitos y un palito torcido
Todos podemos garabatear una carita con dos puntitos y un palo torcido, fue quizá lo primero que hicimos cuando nos dieron un lápiz y una hoja en nuestra más antigua y dulce infancia. En el hiperrealismo hay mucha destreza y habilidad técnica, pero en la caricatura de un rostro y su infinita posibilidad de reproducción y emocionalidad está la capacidad del humano de reconocerse a través del tiempo. Muchas gracias, señores mangakas, por sus horrendos dibujos.
